Orígenes en la Antigua Roma
El Cane Corso desciende de los antiguos molosos romanos, perros robustos utilizados como auxiliares en la guerra. Entre ellos destaca el Canis Pugnax, un perro de gran tamaño que acompañaba a las legiones romanas. Estos animales eran entrenados para entrar en combate con armaduras ligeras y atacar a los enemigos en el frente. Su valentía y potencia les valieron un lugar de honor en el ejército, donde eran considerados tan efectivos como una unidad militar adicional.
Tras el declive del Imperio Romano, los descendientes de aquellos molosos se adaptaron a nuevas funciones. Dejaron atrás el campo de batalla para convertirse en guardianes de propiedades, cazadores de grandes animales como jabalíes y ciervos, e incluso colaboradores en el trabajo rural.
El Cane Corso como perro campesino
Durante la Edad Media y hasta bien entrado el siglo XIX, el Cane Corso fue un perro de trabajo polivalente en las zonas rurales de Italia. Su función principal era la protección de granjas, ganado y familias contra bandidos o depredadores. Gracias a su tamaño, su inteligencia y su instinto protector, se convirtió en un guardián insustituible para los campesinos.
Además, era empleado en la caza mayor. Su fuerza y agilidad le permitían enfrentarse a presas de gran resistencia. También participaba en tareas de manejo de ganado, ayudando a controlar animales rebeldes. En todos estos trabajos el Cane Corso demostró un carácter equilibrado, firme frente a amenazas, pero a la misma vez obediente y dócil con su familia.
Declive de la raza
A pesar de su utilidad, el Cane Corso experimentó un fuerte declive durante el siglo XX. El cambio en las costumbres rurales, la industrialización y la disminución de la caza mayor redujeron la necesidad de perros tan grandes y especializados. Tras las guerras mundiales, la situación se agravó: la pobreza, el abandono del campo y el interés decreciente por los perros de trabajo llevaron a la raza al borde de la extinción.
Durante gran parte de este período, el Cane Corso sobrevivió únicamente en algunas regiones aisladas del sur de Italia, sobre todo en Puglia y Basilicata. Allí, pequeños grupos de campesinos mantuvieron la tradición de criarlos, transmitiendo de generación en generación la sangre de los antiguos molosos romanos.
Renacimiento y reconocimiento oficial
El resurgimiento del Cane Corso comenzó en la década de 1970, cuando un grupo de cinólogos italianos se interesó en rescatar la raza. Se emprendieron campañas de búsqueda en pueblos y campos para localizar ejemplares puros y formar una base sólida de cría. El trabajo fue arduo, pero gracias a la dedicación de criadores y amantes de la raza, el Cane Corso comenzó a recuperar su lugar.
En 1996, la Federación Cinológica Internacional (FCI) reconoció oficialmente al Cane Corso como raza. A partir de ese momento, su popularidad creció no solo en Italia, sino en todo el mundo. Hoy en día, el Cane Corso es apreciado tanto como perro guardián como por su faceta de compañero familiar, siempre que reciba la educación y socialización adecuadas.
Características heredadas de su historia
La historia del Cane Corso ha dejado una huella profunda en su temperamento y cualidades. Su pasado como perro de guerra y guardián explica su valentía y fuerte instinto protector. Al mismo tiempo, su estrecha relación con los campesinos italianos lo dotó de una gran capacidad de convivencia y obediencia hacia su familia.
Es un perro que combina potencia física con una inteligencia notable. Sabe distinguir entre amenaza y normalidad, y muestra un comportamiento equilibrado cuando es criado en un ambiente responsable. Estas características hacen que, a pesar de su aspecto imponente, sea un animal noble, afectuoso y confiable.
Resumiendo, la historia del Cane Corso es un reflejo de la evolución del vínculo entre el ser humano y el perro. De guerrero en las legiones romanas, pasó a ser aliado de campesinos y cazadores, hasta convertirse hoy en un compañero leal y protector del hogar. Su resurgimiento en el siglo XX demuestra la importancia de preservar razas que forman parte del patrimonio cultural y canino de la humanidad.
El Cane Corso no es solo un perro de gran belleza y porte, sino también el heredero de una tradición milenaria que combina fuerza, lealtad y nobleza. Conocer su historia es reconocer el valor de una raza que, tras casi desaparecer, ha renacido para ocupar el lugar que merece en la sociedad actual.
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